La más diagnosticada es en el hombro, pero también aparece en el resto de las articulaciones: rodilla, y, aunque menos diagnosticadas, también en la articulación del tarso y del carpo.
La realización de la artroscopia nos ayuda a confirmar el diagnóstico, que a veces es difícil (a pesar de poder realizar TAC o resonancia magnética), y sobre todo a valorar lesiones iniciales, no evidenciables por otras técnicas de diagnóstico.
Durante la artroscopia una vez confirmado o realizado el diagnóstico de OCD, podemos “limpiar” la articulación, extrayendo los fragmentos dañados de cartílago y podemos incluso usar factores de crecimiento y células madre, para ayudar a la regeneración del cartílago dañado.